La idea es fabricar ladrillos a partir de plásticos PET reciclados, cemento y agua. Su fabricación consta en triturar plástico procedente de botellas desechables y todo tipo de envoltorios, lo que una vez reducidos se mezclan con cemento y agua y se depositan en moldes con secado en la intemperie.
Sus cualidades en comparación con los ladrillos comunes es su alta aislación acústica y térmica, facilidad de clavar y aserrar con buena resistencia mecánica, al fuego y adaptación a la intemperie, económica y más liviana. Lo último permite que quien manipule este material no requiera tanta fuerza lo que abre posibilidades de empleo y agiliza el proceso de construcción de inmuebles. Su desventaja es que no se deben realizar inmuebles de más de dos pisos.
Este producto tiene la visión de generar un entorno más limpio y sustentable reduciendo la contaminación generada por los plásticos pet que tardan 500 años en descomponerse, siendo una iniciativa probada y patentada en Argentina.